jueves, 4 de octubre de 2012

CAPÍTULO TRES - Una canción para recordar


Cuando llegamos al teatro me empecé a poner nerviosa. Vale, puede que os parezca una tontería, pero en ese momento a mí no. Sabéis esa sensación que os digo, ¿no? Es esa en la que de repente empiezas a dudar de todo, miras atrás, quieres volver, no quieres seguir con ello. Pero entonces recuerdas por qué estás ahí. En mi caso era por esa sonrisa, por esa nota. Y seguí adelante.  Nos paramos en frente de la puerta del teatro.  Laura me miro con su cara de “Adelante, yo estoy aquí”, la misma que  me había dado tantas veces fuerza antes y que estaba surgiendo el mismo efecto ahora. La abracé muy fuerte, para darle las gracias por todo, para que supiera que le agradezco que siempre haya estado ahí.

-    Tengo que hacerlo, ¿no? – Miré a mi amiga a los ojos.

-    Venga Albs, que no es para tanto. Ha sido idea suya, no va a pasar nada, tranquila.

-    Vale. Oye, Lau. – Le dije sonriendo. Me miró. – Gracias.

-    De nada, tonta. Y ah, tiene razón, tienes una sonrisa preciosa, no la escondas, ¿vale? – Sonrió a la vez que yo.

Abrimos la puerta del teatro y oímos una leve guitarra, suave pero precisa, sola. Nos quedamos a oscuras, intentando ver algo. El escenario estaba iluminado con una tenue luz azul y había alguien en medio, de espaldas, tocando la guitarra. Nos quedamos ahí mirando, hasta que unos segundos después la puerta se cerró detrás de nosotras, haciendo un estrepitoso ruido que hizo que el guitarrista dejase de tocar y se girase.

-    ¡Eh! Has venido. – Gritó Adri nada más reconocerme. Todavía llevaba la guitarra colgada y, si os soy sincera, si juntamos esa faceta de músico con su sonrisa, tenemos al chico perfecto, creedme. Se acercó a un lado del escenario y encendió las luces.

-    Claro que sí. – Le dije lo más alto que mi voz me permitió en ese momento con una sonrisa en la cara. Laura me dio un codazo disimuladamente mientras bajábamos las escaleras hacia el escenario. Cuando llegamos abajo procedí a las presentaciones. – Bueno, Adri, esta es mi mejor amiga Laura. Laura, Adri…

-    El chico de la cafetería. – Terminó él la frase, aunque, obviamente, no tenía pensado decir eso. Los tres nos reímos. Se acercó a mi amiga y le dio dos besos – Encantado.

-    Igualmente. – Le respondió Laura. – Pero lo siento chicos, yo me tengo que ir, que había quedado con mi hermano que le ayudaba con un trabajo. Adiós. – Y me abrazó muy fuerte antes de irse corriendo escaleras arriba sin dejarme decir nada.

-    Bueeeeeeno… – Dijo él para romper el silencio en el que nos habíamos quedado. - ¿Así que hoy has vuelto a la cafetería? – Me miró a los ojos. ¿Os he dicho ya que sus ojos azules me pueden? Pues os lo digo ahora.

-    ¿Tú qué crees? – Nos reímos los dos. – Claro que he vuelto.

-    Vale, solo por curiosidad. ¿Por qué? – Me quedé callada un momento, no sabía qué decirle.

-    Mmm… Podría decirse que por la misma razón por la que me has dejado esta nota. – La saqué del bolsillo de mi vaquero donde la tenía guardada. –  ¿Te vale?

-    Supongo. – Me volvió a sonreír y juro que me morí y resucité en ese mismo momento.- Oye, ven, que quiero enseñarte algo que espero que te guste. – Me cogió de la mano y me empezó a guiar por el teatro hasta que me dejó sentada en un asiento de la primera fila.

Desde allí pude ver que en el escenario había una batería, un piano y un micrófono a los que no iluminaba la luz. Adrián subió por las escaleras de la izquierda y se colocó, en el escenario, justo en frente de mí.

-    Vale, ahora cierra los ojos. – Los cerré. – Muuuy bien. – Podía oír su voz, más nerviosa de lo que lo había estado hasta ahora. –  Ahora imagina, solo por un momento que esto es todo tu mundo, que solo existes tú. – Asentí. – Vale, dime una canción, la primera que se te venga a la mente. La que más describa este momento. Una canción para recordar.

-    ‘¿No podíamos ser agua?’ de Maldita Nerea. – Contesté después de pensármelo un rato.

-    ¿Por qué?

-    Porque me hace sentir bien, porque habla de no perderse nada, de vivir. –  Me lo pensé mejor. –  Porque es la que me apetece escuchar en este momento.

-    Hecho.

-    ¿Qué…? – Pero me tuve que callar porque abrí los ojos de inmediato. Estaba sentado, con la guitarra cogida. Y empezó a cantar. 

“Estaba claro que no podíamos ser agua,
que lo que sientes no puede verse desde aquí,
unas palabras de aquella forma interpretada,
no tienen vida, no, no tienen donde ir donde ir,

lo has olvidado: 
La vida crece entre los matices
se esconde siempre lo que no dices 

para hacerse de rogar
Un día claro, 

y aquellas cosas que no viviste
vienen hoy para decirte: 

que la fiesta empiece ya.”

Me miró un instante y enseguida se volvió a concentrar en su guitarra.

“Yo empezaría por ser de los primeros, (¡Qué va!)
huyendo siempre de los no sinceros,
ser aquel que solo sabe y recomienda:
hacer locuras sin que nadie entienda.
Y necesitas decir que no a los miedos, verás
puedo enseñarte lo que yo prefiero:
unas gotitas ahí de amor del bueno;
no te preocupes besaré primero.


Volvió a mirarme, esta vez sonriendo. De verdad, ese chico era genial.

“Aunque me canse,
y vengan miles de días grises
o mis palabras quieran rendirse
ante la lluvia en el cristal;
me suena grande,
los imposibles también existen,
son los que hoy me hacen decirte:
que la fiesta empiece ya.
Pero a ver: que no, que no, que yo te quiero,
te cambio un sí por ese ya no puedo,
demasiadas canciones que ya no llegan...
suenan palabras que jamás las llenan.”

Mientras se marcaba el solo de guitarra de esta parte, me fijé en lo poco que sabía de él, y lo mucho que me estaba enseñando. Para él, la música debía ser su vía de escape, su yo más… profundo. Era la forma de decirme cómo era realmente, cómo quería llegar a ser, todo a lo que aspiraba. Siempre le he admirado por eso, yo nunca he tenido la valentía de expresarme así delante de nadie.

“¡Lo has olvidado!:
la vida crece entre los matices,
se esconde siempre lo que no dices
para hacerse de rogar.
Un día claro,
y aquellas cosas que no viviste,
vuelven hoy para decirte:
quédate un ratito más.”

Me volvió a mirar otro instante más. Siempre he pensado que, mientras canta, comunica tanto o más con la mirada que con la letra de las canciones en sí.

Pero a ver: que no, que no, que yo te quiero,
 te cambio un sí por ese ya no puedo;
 unas gotitas ahí de amor, de amor del bueno
no te preocupes, besare primero.
Aunque me canse
 y vengan miles de días grises
o mis palabras quieran rendirse
ante la lluvia en el cristal.
Me suena grande,
los imposibles también existen,
son los que hoy me hacen decirte:
que la fiesta empiece ya....”.

1 comentario:

  1. Awwwwwwwwwwwwwwwwwwwwww:)
    Es más mono (llllll)
    Me encanta esa canción.
    <33333 love it$
    Lucy, te pido de verdad que no abandones esta historia, es la leche.
    #TeamAdri.

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